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¿Por qué nos fascina el chisme?: los orígenes de este controvertido comportamiento

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El chisme puede tener connotaciones negativas para algunas personas, ya que se suele asociar con rumores malintencionados, comentarios despectivos o noticias sensacionalistas. No obstante, los investigadores subrayan que hablar de otras personas en su ausencia es una compulsión muy humana y no tan frívola como parece.

Chismear para sobrevivir

Se ha descubierto que los seres humanos estamos programados para prestar atención a los chismes y compartirlos. Este comportamiento no es casual, puesto que forma parte de una adaptación evolutiva que ha sido vital para nuestra supervivencia social.

«En la prehistoria, quienes se fascinaban por la vida de los demás tenían más éxito», indica el profesor en psicología Frank McAndrew, quien detalla que nuestros antepasados progresaban en su entorno social cuando conocían información de aquellos que los rodeaban. «¿Quién se acuesta con quién? ¿Quién tiene poder? ¿Quién tiene acceso a los recursos? Y si no se te daba bien eso, no tenías mucho éxito», agrega.

Consolidación de grupos sociales

Algunos expertos piensan que el chisme desempeñó un papel importante en la expansión de las redes sociales humanas, ya que permitió a nuestros antepasados identificar en quién podían confiar, lo que a su vez facilitó la formación de grupos móviles cada vez más grandes. «El chisme, en este sentido amplio, desempeña diversas funciones en el mantenimiento de grupos socialmente funcionales a lo largo del tiempo», señala el psicólogo evolutivo Robin Dunbar.

Por su parte, Polly Wiessner, de la Universidad de Utah, afirma que una sociedad sin chismes simplemente se desintegraría, puesto que «gente no tendría ningún interés común en permanecer unida».

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Para algunos académicos, el chisme es una forma de aprendizaje cultural. Esto se debe a que, a través de él, las personas no solo comparten información, sino que también aprenden lo que su comunidad considera aceptable o inaceptable. La psicóloga Megan Robbins, de la Universidad de California en Riverside, afirma que el chisme puede servir como un mecanismo de control moral.

Otros motivos para chismear

A pesar de que el chisme contribuye a fortalecer y a formar vínculos sociales, también proporciona entretenimiento. Si disfrutamos escuchando historias o especulando sobre la vida personal tanto de personas corrientes como de figuras públicas o celebridades es porque eso añade emoción o drama a nuestras vidas.

Otra función de los chismes es compararnos con otros, una estrategia que nos ayuda a sentirnos más tranquilos con nuestras propias vidas al examinar las vergüenzas, triunfos o decepciones de los demás. Algunos especialistas argumentan que el chisme puede fomentar la superación personal y aumentar temporalmente la autoestima, ya que subraya las carencias o las desgracias de otras personas.

Cuándo el chisme se vuelve malo

Pese a que los chismes críticos o negativos pueden ser de utilidad para obligar a los miembros de la sociedad a comportarse mejor, los científicos apuntan que este comportamiento puede volverse dañino cuando no aporta ningún aprendizaje social, como en el caso de comentarios groseros acerca de la apariencia o la salud de alguien, así como comentarios falsos.

Fuente: RT

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