INTERNACIONALES
Descubren que una afección común podría ser un factor de riesgo clave para el Parkinson

Investigadores asociados a tres hospitales surcoreanos encontraron que las personas que padecen del síndrome de piernas inquietas (SPI) podrían tener mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad de Parkinson.
El SPI, cuya denominación médica es enfermedad de Willis-Ekbom, es una afección de origen neurológico que provoca que quienes la sufren sientan la necesidad imperiosa de mover las piernas, especialmente en la noche, en cama, o al estar sentados. Aunque puede presentarse a cualquier edad, se agrava y se hace más común conforme se envejece.
Aunque se desconoce qué lo causa, usualmente es tratada con agonistas de la dopamina, un tipo de fármacos que imitan los efectos de ese neurotransmisor clave para controlar el movimiento y los músculos. Es también el tratamiento estándar para los enfermos de Parkinson, que habitualmente presentan niveles reducidos de dopamina.
Hallazgos relevantes
En el estudio, que salió publicado esta semana en la JAMA Network Open, los científicos investigaron la posibilidad de que el SPI fungiera como factor de riesgo para el Parkinson y si los niveles de dopamina se relacionan con la presencia de ambas afecciones.
Para ello usaron datos de 18.000 pacientes con edad media de 50 años, de los cuales la mitad había sido diagnosticada con SPI y la otra mitad fungió como grupo control, mientras que el 62,8 % eran mujeres.
Se encontró que la incidencia de Parkinson en el grupo con SPI fue 60 % mayor que en el grupo de control. Asimismo, aquellos que tomaron algún agonista de la dopamina presentaron 0,5 % de incidencia de Parkinson, frente al 2,1 % observado en el grupo que no recibió tratamiento.
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Los hallazgos sugieren que las dos afecciones probablemente estén conectadas a través de un mecanismo distinto al nivel de dopamina, por lo que impera establecer la naturaleza de esa asociación para, eventualmente, mejorar la comprensión que se tiene de las dos enfermedades.
Empero, los autores advierten que el uso temprano de agonistas de la dopamina no previene ni retrasa la aparición de la enfermedad de Parkinson, pero sí podría lograr un cierto retraso en la aparición de síntomas e incluso un probable efecto neuroprotector, aunque ambas cosas tendrían que ser estudiadas específicamente antes de arrojar alguna conclusión certera.
Fuente: RT
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