Sierra Graterol y Gómez: Coro tenía las mejores navidades

Coro, estado Falcón – El catedrático y periodista, Pedro Sierra Graterol; y el abogado, José Gregorio Gómez, reflexionaron sobre las tradiciones y costumbres navideñas de Coro.

Aunque muchas de ellas han quedado en el pasado, pues, sus promotores han desaparecido físicamente, todavía gravitan en la memoria colectiva de quienes fueron testigos privilegiados en sus tiempos mozos.

«En Coro se esperaba a los cantores que bajaban de La Sierra con sus conjuntos para cantar aguinaldos. Iban casa por casa a cantar, y la gente les daba hallacas».

No en vano nació el nombre «Los Cantores de La Sierra», habida cuenta de que la mayoría de la población coriana tiene raíces serranas. Hay un vínculo histórico inexorable.

Las bodegas, los cohetes y sus personajes

Inolvidable resulta para ambos portavoces de la corianidad, el rol que cumplieron las bodegas de los sectores populares.

Ahí se conseguían los cohetes más buscados, triquitraque o saltapericos. Productos caseros, previos a la estrellita y las varillas. Se trata de elementos no complementarios sino protagónicos en la infancia de los 60 y 70.

La masificación de dichos productos y la intensificación de las explosiones los volvió cada vez más peligrosos. No obstante, al principio eran una verdadera atracción familiar.

Las misas de aguinaldo demandaban casi obligatoriamente los cohetes, y de ahí nacieron también personajes que quedaron para la historia.

«Pedro cohete fue un personaje del barrio; probablemente el primero que empezó a hacer cohetes en Coro (…) Comenzó a practicar con muchas pólvoras, la gente escuchaba las explosiones en su casa. Una vez la quemó y casi se muere».

Los patinadores, la leche y el pan

Pedro Sierra Graterol y José Gregorio Gómez rieron al recordar que cuando eran jóvenes salían a patinar con sus amigos en la madrugada; tal como lo reseña la gaita.

Y como parte de las travesuras de aquella juventud, robaban la leche, el pan y hasta los periódicos que dejaban en las puertas de las casas.

Un ambiente extremadamente comunitario y hogareño que sirvió para sentar las bases del Coro familiar que hoy resiste a la frialdad de la modernidad.

Ropa de primera clase

Sierra Graterol y Gómez recordaron las tiendas por departamento que ofrecían hace más de tres décadas ropa de primera línea con marcas como Harrow, Paramount y Montecristo.

La Japonesa se convirtió en la tienda por excelencia para la corianidad.

«Cuando ibas a viajar salías corriendo a comprar las carteras y maletas que ahí vendían (…) Había de todo, aunque no vendían comida, a diferencia de ahora que todo es comida y bebida».

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Aunque el local de nombre asiático tuvo un triste final, en Coro se recuerda todavía con cariño y nostalgia por haber sido un referente en Navidad de abundancia, buen precio y calidad.

Fuente: Francisco Rodríguez y Javier Reyes / Notifalcón

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