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Prostitución masculina, un fenómeno en auge en Venezuela

Se identifica como El príncipe y presume de ser uno de los escort más solicitados en Caracas, aunque  todavía el pudor le condiciona ciertas decisiones y a pocos minutos de iniciar la entrevista exige le tapen el rostro. Además, mantener un bajo perfil le ha ayudado a consagrarse en el mundo de las citas exclusivas de alto standing en tan sólo ocho meses. El príncipe es de los muchos hombres en Venezuela que ante la crisis humanitaria compleja que atraviesa el país, con 80% de la población viviendo en pobreza extrema desde 2020, ha encontrado en el trabajo sexual una opción que “deja mucho dinero”.

Lo que inició como una prueba ahora es ahora el trabajo a «tiempo completo» de El príncipe, un joven de 30 años que se dedicaba hasta hace 8 meses, a bailar en clubes y fiestas como stripper. Una de las tantas actividades que desapareció en medio de las medidas de confinamiento  por la pandemia del covid-19 y que todavía se mantienen en la nación sudamericana, en una modalidad conocida como 7×7; siete días flexibles y siete de cuarentena radical.

«Desde que empezó la pandemia,  lamentablemente, han cerrado los clubes, las personas tenían miedo de hacer fiestas, por el tema del confinamiento, esto hizo que bajara la demanda  de los shows”, cuenta El Príncipe, desde una plaza en Bellas Artes, en el centro de la ciudad, muy cerca del gimnasio donde funcionaba su academia de baile que también quebró, empujándolo a “buscar otras alternativas para poder subsistir”, aunque sea en un “ramo incómodo como la prostitución”.

Prostitución de bajo perfil

A diferencia de la mayoría, El príncipe no ofrece sus servicios en la web, una desventaja en el negocio del escort , pero que en su caso, asegura, se ha traducido, en fidelidad de los clientes de alto standing, “porque se sienten más seguros con los hombres que tienen experiencia en el ramo, pero que a la vez no sean los más populares en las redes”. Para ello El príncipe se apoya en su mánager y en todos los contactos que ha logrado en los casi 6 años de vida en el mundo del stripper. Además, mantener ese bajo perfil fue lo que acordó con su novia para “poder establecer una relación sólida”.

“Si tú tienes físico, tienes los recursos, el material que espera la gente te van a estar llamando siempre”, le dice a NIUS presumiendo de su cuerpo al que asegura invertirle “mucho dinero para poder estar a la altura”. “Personas que te llaman, te invitan a salir a que los acompañen; una tarde diferente, depende de lo que busque la persona”. En su caso todos los encuentros, por lo general, son “con mujeres de entre 50 y 60 años siempre incluyen sexo”.  Mensualmente, El príncipe puede ganar hasta 900 euros o más dependiendo de si sale con “tipas de puro billetes”,  pero en el peor de los casos, no serán menos de 700. Toda una fortuna si se compara con el salario mínimo que apenas supera los dos euros.

Por eso dice  que a pesar de no estar orgulloso de haberse convertido en un trabajador sexual, está agradecido porque de esta forma ha podido generar los ingresos para mantener a su familia. “Yo pienso que el dinero no da la felicidad pero te ayuda a resolver muchas cosas, y es importante para mí para yo poder costear mis gastos, los gastos de mis padres, mis hermanos, dice El príncipe en un tono más reflexivo. “No es algo que me enorgullece hacer pero pienso que  mientras pueda hacer dinero y no hacer daño a la gente, está bien”.

“La crisis cambió el negocio”

En la plaza Francia de Altamira, en Chacao (este) , Jesús de 48 años y ex escort, no pierde tiempo para expresar su preocupación por los cambios que ha notado en el negocio del stripper en Venezuela. Jesús es propietario de la agencia de bailarines strippers “Tu Imperio de fantasías”, una empresa que asegura apenas se mantiene en pie porque, entre otros motivos, muchos de sus trabajadores han emigrado y la “crisis ha desvirtuado  por completo” el mundo del baile erótico, por lo que ahora todo se centra en ofrecer trabajos sexuales, un actividad por la que él no obtienen ninguna ganancia y en la que ya estuvo inmerso  hasta el año 2010.

“Ofrecen el desnudo total, con masturbación hasta incluir el sexo. Muchos se van fuera del país y se dedican a eso, a escort,  a vender su cuerpo, afirma Jesús sobre el fenómeno de la prostitución masculina venezolana que se ha trasladado también a las ciudades fronterizas con Colombia como Cúcuta, en donde mujeres y hombres venezolanos intentan ganarse la vida en las calles, quedando a merced de las mafias de trata de personas. “Muchos heterosexuales venden sus cuerpos por la crisis, muchos, muchos, pero muy reservados”, concluye Jesús.

Fenómeno en auge

De acuerdo con  el investigador social Daniel Polito, la prostitución  masculina en Venezuela no es un fenómeno nuevo y  lo visto hasta ahora es propio de un país que atraviesa una crisis humanitaria sin precedentes. En este sentido, muchos que nunca previeron ganarse la vida de esta manera, ahora al menos  evalúan participar en alguna forma de prostitución, valiéndose también de una tradición histórica que estimula el cuidado corporal del hombre.

“Personas que asumiendo que tienen un potencial físico, un atractivo físico, quieren sacar provecho de esa situación y lo capitalizan, lamentablemente, a través de la prostitución”, explica Polito, que además de la crisis, atribuye el auge del trabajo sexual masculino, a un mercado de servicios sexuales que estaría priorizando la apariencia heterosexual. “Le dan prioridad a los que que gozan de tener una sexualidad heterosexual”, dice.

Sostiene además que de esta manera el público que contrata estos tipos de servicios, intentan alejarse del “estereotipo tradicional homosexual” para evitar ciertos  prejuicios sociales. “No existe un riesgo social y lo pueden presentar como un amigo, lo pueden presentar  como un trabajador común y corriente  y en el fondo es una relación de sexo transaccional”,  explica. “Ellos a sí mismo no se identifican como homosexuales, ni  si quiera aún como bisexuales, sino que ellos simplemente son heterosexuales, que en un momento dado realizan una actividad homosexual, para obtener un beneficio económico, sexo transaccional”, afirma el también abogado Daniel Polito sobre el comportamiento y perfil el trabajador sexual masculino en Venezuela.

Para Polito otra variable a considerar como una posible causa del auge, son los estudios web cam que proliferan en Caracas, donde jóvenes estarían siendo explotados sexualmente. “Son estudios a través de los cuales les ofrecen una habitación, una residencia; les ofrecen unas comodidades y el trabajo de ellos (los trabajadores sexuales) simplemente es estar en una computadora exhibiendo contenido sexual”, alerta Polito. Según el investigador los contenidos producidos en estos estudios tienen como destino países europeos “más que todo nórdicos, Canadá, los Estados Unidos” y con algunas restricciones se distribuyen en países sudamericanos donde podría ser más fácil identificar a algunos de los trabajadores sexuales.

“Sé de casos donde estos estudios prácticamente tienen un control sobre estos jóvenes, un control en el cual están pendientes de las actividades que hacen y les limitan las salidas, los pueden dejar encerrados para que cumplan ciertos horarios”, afirma Polito para luego alertar y dejar claro que ”estos dueños de estudios son proxenetas y ellos como cualquier proxeneta van a cuidar que esos trabajadores cumplan con ciertas normativas (productividad) y dentro de eso pueden hacer privaciones a su libertad y algunas modalidades hasta riesgo físico”.

Se estima que la prostitución masculina desde 2017 en Venezuela ha aumentado en un 15% y de cada 30 hombres 3 se han visto en la necesidad de practicar alguna forma de prostitución en medio la crisis humanitaria, según se desprende de cifras aportadas por varias ONGs que luchan contra la explotación sexual.

Fuente:  Nius