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De dormir en la calle a triunfar: la historia de una venezolana en Curazao

Como el ave fénix, Yaris Ávila renació de las cenizas. Esta mujer de 43 años oriunda de El Consejo, estado Aragua, llegó a Curazao el 7 de agosto de 2016. Se trasladó en avión desde Venezuela, con una amiga y 50 dólares en la cartera. “Entré tranquila a la isla, pienso que fue suerte”, dice.

Voló buscando oportunidades. En las maletas llevaba mercancía para hacerse con unos dólares. “Vendíamos ropa en establecimientos y lugares nocturnos”, recuerda sus primeros pasos en Willemstad. Sin embargo, aquella buena estrella que le acompañó en su arribo a la isla, pronto se apagó.

“Una noche se quemó el lugar donde vivía y solo me quedé con mi pasaporte, una carterita y mil florines. No tenía amistades, no conocía a nadie. Desde ese momento comencé a buscar trabajo en casas de familia”, relata Yaris. Con lo que le pagaban, se mantenía y preparaba hallacas, patacones y arepas que luego vendía a chicas que trabajaban en locales nocturnos.

Admite que fue una etapa muy dura. “Hasta me tocó dormir en la calle”, confiesa. Estaba sola y sin papeles. Había dejado a sus dos hijos en Venezuela. “Para mí eso fue muy fuerte, pensar en ellos, qué estarán haciendo”. Personas le preguntaban: “Si estás tan mal, por qué no te regresas”. Y ella respondía: “No, no me voy a regresar con las tablas en la cabeza”.

Un par de años después, su situación comenzó a estabilizarse.

Paradojas del destino, la pandemia le abrió una nueva oportunidad para crecer. “Terminé trabajando en una especie de spa en la playa, dando masajes, cosa que me funcionaba porque soy cosmetóloga esteticista”. Cuenta que continuó trabajando en centros de estética, mejorando sus técnicas y formándose en institutos locales con una meta fija: emprender su propio negocio.

Alcanzó su objetivo con la inauguración de King & Queen Luxurious Beauty Spa Academy. “A parte de ser una estética y spa, somos academia, nos gusta ayudar a personas a obtener una profesión, un conocimiento, una herramienta. Por qué no formar personas, así como yo, que de repente no tenía donde dormir, pero ahora tengo mi casa, mis hijos, mi pareja, con una familia adoptiva maravillosa que es La Casa del Venezolano”, destaca Yaris satisfecha.

Fuente: Crónicas del Caribe