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Científicos alertan de una probable megaerupción volcánica más letal que el impacto de un asteroide

La explosión de un volcán acabó con Santorini hace 3.600 años. Fue alrededor del año 1600 a.C. cuando un supervolcán arrasó la isla griega, convertida hoy en atracción turística. Según los expertos debió ser algo aún más destructivo que lo ocurrido en Pompeya en el 79 d.C, así lo reseñó 20 MINUTOS.

¿Puede volver a ocurrir? ¿Puede ser un volcán tan letal o incluso más? ¿Tanto como un gran asteroide llegado del espacio exterior? Un artículo publicado en Nature asegura que sí, que la explosión de un supervolcán que acabe con mucho más que la isla de Santorini es más que probable.

La investigación de los vulcanólogos Michael Cassidy (Universidad de Birmingham) y Lara Maní (Universidad de Cambridge) calcula que hay una posibilidad entre seis de que se produzca una gran erupción volcánica este siglo y, advierten, “el mundo no está preparado”. Esa megaerupción podría cambiar drásticamente el clima del mundo, un cambio climático acelerado y radical, y de paso colapsar la civilización.

Cassidy y Maní han estudiado la erupción del pasado enero del volcán Hunga Tonga–Hunga Ha’apai en Tonga (sur del Pacífico). La explosión fue de tal poder que los tsunamis posteriores azotaron las costas de Japón y el continente americano. Las cenizas cayeron a lo largo de cientos de kilómetros, afectando a las infraestructuras (la isla quedó incomunicada al cortarse los cables submarinos) a los cultivos y a las poblaciones de peces.

Los vulcanólogos consideran que el suceso, que duró sólo 11 horas, fue “el equivalente volcánico a un asteroide que casi choca con la Tierra”. Y recordemos que fue el impacto de un asteroide lo que acabó con los dinosaurios.

“En el pasado, erupciones similares han causado un cambio climático abrupto y el colapso de civilizaciones, además de asociarse con el aumento de pandemias”, advierten Cassidy y Maní en Nature. Y no estamos preparados.

Según un análisis de núcleos de hielo en Groenlandia y la Antártida realizado por investigadores del Instituto Niels Bohr de Copenhague calcula que la probabilidad de una erupción volcánica de magnitud 7 es una posibilidad real en el siglo XXI. Para hacernos una idea, sería de 10 a 100 veces mayor que la erupción ocurrida en Tonga.

Una erupción de magnitud 7 en 1815

La vulcanología recoge que la última erupción de magnitud 7 tuvo lugar en 1815 en Tambora (Indonesia). Los expertos estiman que murieron más de 100.000 personas en pocos días. Pero lo que impresiona más es la explosión hizo bajar las temperaturas de todo el mundo, alrededor de 1°C de media. Con el clima trastornado, hubo malas cosechas que, a su vez, causaron hambrunas y epidemias.

Para su trabajo, Cassidy y Maní registraron 1.113 firmas de erupciones en el hielo de Groenlandia y 737 en la Antártida. Eran evidencias de al menos 97 eventos que probablemente tuvieron un impacto climático equivalente al de una erupción de magnitud 7 o mayor. De ese modo estiman que erupciones de esta magnitud ocurren una vez cada 625 años.

Según los vulcanólogos, hoy en día la erupción de un supervolcán en los trópicos “podría causar un 60% más de enfriamiento” de las temperaturas. El planeta está más poblado que en 1815 y más interconectado, de modo que una megaexplosión volcánica mataría a más personas y podría reventar la economía al paralizar las rutas comerciales.

“Podría causar un 60% más de enfriamiento de las temperaturas en el próximo siglo”

Y no parece que seamos conscientes del riesgo. “No existe una acción coordinada, ni una inversión a gran escala, para mitigar los efectos globales de las erupciones de gran magnitud. Esto tiene que cambiar”, asegura Cassidy. El vulcanólogo lo compara con la defensa ante posibles meteoritos, asunto al que las naciones desarrolladas sí están dedicando recursos.

Fuente: 20 MINUTOS.