Alejandro Romero: un chichero con 43 años de experiencia
Toda la vida ha vendido chicha o desde que tiene uso de razón. Así lo dijo Alejandro Romero, un emprendedor de 61 años que va en bicicleta por toda Puerta Maraven y Maraven para vender la bebida a base de pasta y leche.
Es oriundo de Pueblo Nuevo de Paraguaná, pero actualmente habita en Creolandia. Con alegría dice que tuvo una sola hija, pero ya es bisabuelo.
Desde hace muchos años empezó a trabajar con un hombre de Guaadualito, estado Apure, de quien aprendió a preparar la bebida que se ha hecho una tradición en Punto Fijo. Su jefe de ese momento también le vendió la bicicleta y todos los enseres que usa para el trabajo.
«La gente que conoce la chicha, me busca aunque en las mañanas estoy en la entrada de Puerta Maraven, luego me muevo a la bomba Texaco y en la tarde me voy a Maraven para luego regresar a la casa como a las 5:00pm», dijo al mismo tiempo que recordó que con este trabajo levantó a su familia y aún lleva el pan de cada día a su mesa.
La chicha «La Sabrocita» la sale a vender todos los días y aunque tiene 43 años preparándola y vendiéndola, hubo unos años que no podía trabajar por falta de insumos. «Cuando hubo la escasez no podía trabajar porque no se conseguía nada. Esos años paré todo. Después volví a arrancar, siempre me paraba en la escuela Divino Niño, pero cuando cayó la pandemia tuve que buscar otros puntos y en la Puerta Maraven me va bien», dijo.
Al preguntarle qué diferencia tenía su chicha de las demás que venden en Punto Fijo, dijo que la que prepara es con pasta, mientras que la mayoría se hace con arroz, pero el ingrediente más importante es que los hace con amor y con la bendición de Dios sale todos los días a vender para regresar sin mercancía.
Romero vende porciones desde un dólar y tiene el frasco familiar en seis dólares. Agradece a todos los que a diario se paran para comprarle y sobretodo a los que disfrutan de su producto.
Fuente: Irene Revilla / Notifalcón