Restricciones contra el vapeo no han frenado consumo de productos peligrosos entre jóvenes
“Vapear es chévere. Uno se relaja y además la pasa rico, especialmente porque hay diferentes sabores dulces que uno disfruta, como el de piña, y lo mejor es que esos cigarros eléctricos no tienen nada que ver con nicotina y uno no se enferma de los pulmones ni nada”.
Aunque parezca increíble, así, y como si se tratara de un juego o de una práctica divertida e inofensiva, adolescentes como Camilo Rodríguez definen la experiencia de consumir cigarros eléctricos de sabores y artefactos de humo, desconociendo los serios peligros que además de generar adicción, acarrea el vapeo.
Y es que a pesar de la batalla frontal que autoridades municipales y estatales, desde diferentes sectores de la salud, la educación y hasta de agencias de cumplimiento de la ley, han venido librando en los últimos cuatro años, la realidad es que el consumo y comercialización de productos peligrosos por parte de menores de edad y de adultos jóvenes no ha cesado en la Gran Manzana.
Aunque por un lado el Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York ha reforzado el mensaje de alerta con respecto a la práctica de vapear, por el otro ha intensificado también campañas de apoyo para ayudar a jóvenes con edades tan cortas como 13 años hasta neoyorquinos de 24 años a luchar contra la adicción al vapeo. La salud de los jóvenes está en riesgo ante el consumo de cigarros eléctricos y elementos de vapeo que contienen químicos muy peligrosos, que de acuerdo a recientes investigaciones presentan niveles muy elevados de sustancias nocivas, que se disfrazan con sabores que resultan atractivos para jóvenes vulnerables.
Fuente: El Diario de NY