Sobreviviente de tragedia en mina Bulla Loca: me salvé porque oré durante el derrumbe
El hombre de 34 años cuenta cómo fue que la tierra se les vino encima y los tapó. Todos sus compañeros murieron y junto a otros testigos asoma versiones de por qué ocurrió este suceso en el que, según cifras oficiales hay 16 muertos y 36 heridos. Familiares no quieren que detengan las labores de búsqueda, están convencidos de que hay más personas tapiadas.
Yorvi Hernández está convencido de que está vivo por un milagro de Dios. Relata que mientras los montones de tierra se desplomaban como un frágil castillo de naipes, él clamaba y miraba al cielo con firmeza para salvarse.
Hernández, un minero de 34 años, sobrevivió el pasado 20 de febrero al trágico deslave en la mina Bulla Loca, en La Paragua, municipio Bolivariano Angostura de Bolívar, al sureste de Venezuela.
De acuerdo con las cifras oficiales, 16 mineros murieron y otros 36 resultaron heridos. Las labores de búsqueda en el sitio se mantienen porque, tal y como comentan pobladores de la zona, se presume que podría haber más víctimas tapiadas.
El derrumbe
Acostado en una camilla, mientras una enfermera le revisa una contusión en la rodilla izquierda, Yorví rememora casi cinematográficamente aquel momento. Recuerda el estruendo del terraplén y el olor a barro. Lo primero que escuchó fueron gritos y el sonido de la tierra moviéndose. Lo compara con un murmullo debajo del suelo, raro, pero muy sonoro.
En ese momento, todos los mineros, en la enorme fosa de 35 metros de profundidad por 100 de ancho, se avisaban entre sí que la tierra se les venía encima. Luego, Yorvi escuchó gritos menos fuertes. Era la señal de que la tierra había tapiado a sus compañeros.
Pero unos minutos antes del deslave, por una razón que desconoce, comenzó a orar. Y cuando vio el lodo moverse, clamó más fuerte. “Padre, protégenos a todos. Mete tu mano por este barranco. Cuídame, por mi hijo”, decía el sobreviviente.
Pensaba en su hijo de ocho años que había dejado hace 20 días en Ciudad Bolívar para viajar a La Paragua e internarse en la peligrosa pero muy llamativa mina donde, según le dijeron, había mucho oro y la gente acudía en masa a extraer el mineral.
“Estoy vivo porque le oré a Dios en el derrumbe. Sentí que me movieron y me pegaron de la otra pared. Dios hizo un milagro por mí, porque todos mis compañeros murieron y la gente que estaba al lado mío también murió. Quedé tapiado hasta la mitad”, sostiene el minero, quien antes era taxista pero los mermados ingresos lo empujaron a adentrarse en la selva en busca de recursos.
La Bulla Loca
El yacimiento aurífero Bulla Loca tiene menos de dos años explotándose de forma ilegal. La mina, de acuerdo con estimaciones de la ONG SOS Orinoco, es una de las 2.750 que hay en la zona sur del país y se expandió 80 hectáreas en solo 10 meses.
Esa afirmación coincide con los testimonios de mineros de la zona, quienes comentan que en el último año la mina se extendió vertiginosamente por el volumen de oro que encontraron. Ese mismo hallazgo le dio origen al nombre: una bulla es el descubrimiento de una cantidad considerable de oro en un territorio específico. El adjetivo loca describe la algarabía y descontrol generado por la bulla.
Estoy vivo porque le oré a Dios en el derrumbe. Sentí que me movieron y me pegaron de la otra pared. Dios hizo un milagro por mí, porque todos mis compañeros murieron y la gente que estaba al lado mío también murió
Yorvi Hernández, minero
Para llegar a Bulla Loca hay que atravesar el río La Paragua, pasar por la comunidad Puerto Uraima y surcar varios saltos que los pobladores califican como peligrosos. El trayecto se recorre en unas ocho horas y se ralentiza por el bajo nivel del afluente, lo que complica la navegación.
De Bulla Loca se extrae lo que los locales llaman oro verde o sucio. Es un tipo de oro que tiene menor pureza que el oro que identifican como amarillo. En La Paragua el oro verde se vende en 40 dólares el gramo, mientras que el amarillo cuesta 55 dólares.
¿Derrumbe provocado?
Yorvi llegó a la mina con un amigo paragüero, como se le conoce al gentilicio de los residentes de La Paragua. Su rol era palero (que cava la tierra con palas o picos), pero no comenzó a trabajar inmediatamente. De hecho, cuando ingresó la faena estaba detenida.
“Llevábamos 15 días esperando el vire. Los dueños de los cortes no nos dejaban entrar”, relató Hernández. El vire es la oportunidad que se le da al minero para trabajar en un espacio dentro de la mina y el corte es el territorio que se negocia entre los grupos o personas que controlan la zona a explotar. En Bulla Loca no opera ninguna alianza o empresa contratada a través de la Corporación Venezolana de Minería (CVM).
El sobreviviente dice que como no les daban chance de entrar a cavar la tierra, ellos se metieron en masa. “Nos decían que el vire era para el martes, después para el sábado, después para el viernes, y así nos tenían. Hasta que la gente se decidió y se metió y no querían entregar el corte”, recuerda.
En medio del relato, Yorvi asoma una versión que otras personas en la mina también sostienen: el derrumbe fue presuntamente provocado.
“Por maldad, como no querían que la gente se le metiera en su corte, mojaron la pared con el cilindro, con agua a presión. Los dueños de la máquina comenzaron a echarle agua como para que se cayera el barranco, sabiendo que abajo, a 30 metros estábamos muchas personas. Al ratico eso se aflojó, se cayó y eso fue la desgracia de muchas personas”, dice el minero.
Fuente: El Pitazo