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“¡Mi chimpancé se come a mi amiga!”: Mujer fue atacada por la mascota y le arrancó las manos y la cara

Travis era un chimpancé que era tratado como un miembro más de la familia de Sandra Herold el cual adoptó desde que era un bebé con apenas tres días de haber nacido. Travis jugaba con sus padres y los acompañaba a la tienda y otros mandados, y conforme fue creciendo, el primate comenzó a realizar actividades que hacían sus dueños; sin embargo, un día la mascota perdió el control y atacó de una manera espantosa a Charla Nash, una amiga de su “mamá” que había ido a visitar a la familia.

El chimpancé era considerado como un animal prodigio por sus cuidadores, ya que entre varias actividades que podía hacer, destacaba que él mismo se cepillaba sus dientes, se sentaba en la mesa para comer junto con sus “papás” y su “hermano”, sabía usar el baño y en algunas ocasiones llegó a tomar vino que le ofrecían y aprendió a manejar el automóvil de la familia que lo condujo una vez.

Travis fue adoptado en octubre de 1995 cuando nació en un santuario del estado de Misuri en Estados Unidos. Durante años, Travis no dio ningún tipo de problema ni ataque contra su familia ni con sus vecinos, por el contrario, convivía con ellos se había ganado su confianza. El chimpancé incluso había ganado tal fama por su educado comportamiento y protagonizó algunos comerciales.

En 2004, Jerome, el esposo de Sandra Herold falleció y ese mismo año también su hijo murió por un accidente automovilístico, por lo que la mujer siguió viviendo solamente con Travis quien se convirtió en una especie de hijo tras haber quedado sola y haberlo criado durante muchos años. En ese lapso de tiempo, Travis ya era un adulto que pesaba más de 90 kilos, era un animal grande y su naturaleza salvaje seguía como instinto.

El día que Travis arrancó la cara de la mujer

Pero el 16 de febrero de 2009, la amiga de la familia, Charla Nash de 55 años de edad llegó a la casa de su amiga y de Travis, con quien ya había convivido en varias ocasiones. Ese día, Sandra que ya había cumplido 70 años de edad, notó que Travis tenía un comportamiento inusual, por lo que le suministró el medicamento Alprazolam.

Charla entró al hogar con un nuevo peinado, lo que en una primera instancia desorientó al chimpancé Travis quien se quedó al acecho hasta que la invitada tomó uno de sus juguetes. Fue entonces cuando la mascota se le echó encima para comenzar a atacarla de una manera espeluznante que dejó en shock a Sandra.

La dueña de la mascota horrorizada llamó al 911 para comunicarles que llegaran rápido puesto que su chimpancé estaba matando a su amiga: “Mi chimpancé se está comiendo a mi amiga” decía a la policía mientras Travis arrancaba la cara y las manos de su amiga. Su nariz, los ojos, los labios, así como los párpados y las manos de Charla fueron arrancados.

“¡Mande a la policía, con un arma, con un arma! ¡Está matando a mi amiga! La está despedazando. Le arrancó la cara, por favor, ¡apúrense! ¡Escúchenme! Tienen que dispararle, por favor”: Sandra Herold.

Sandra no pudo contener a Travis hasta que fue la policía quien con cuatro disparos lograron derribar al chimpancé que había dejado masacrada la cara y las manos de Charla Nash, según relató el oficial Frank Chiafari para The New York Times. Un año después, la dueña del animal falleció. Mientras que Nash tuvo que someterse a varias operaciones regenerativas para que su rostro pudiera ser reconstruido.

Charla perdió todo su rostro además de parte de su estructura ósea. Sufrió un trauma cerebral y perdió la vista. A Travis se le halló que estaba intoxicado con la droga Xanax, un tranquilizante que le había dado Sandra, pero alguno de los efectos secundarios era que lo tuvieron desorientado, y en raras ocasiones el medicamento podría producir alucinaciones y agresividad.

Tras el ataque, Charla demandó a su amiga y logró ser indemnizada con 4 millones de dólares. En una última entrevista que concedió para el Boston Herald en 2014, indicó: “Perdí mucha independencia. Podía cambiar la llanta de un camión y ahora no puedo ni comer sola. Es muy difícil vivir. Ni siquiera vivir, medio vivir. A veces quiero llorar, salir, ir a tu casa. No sé cuál es mi futuro y eso es lo que me dio miedo”.

Fuente: Heraldo