Una ola gigante dio vuelta a su barco y sobrevivió tres días bajo el agua gracias a una burbuja
La historia de Harrison Okene (43) es simplemente increíble. En 2013, el hombre de origen nigeriano estuvo 72 horas atrapado en un barco hundido.
A 30 metros de profundidad, en el fondo del Océano Atlántico, los buzos ya habían recuperado cuatro cadáveres cuando se percataron de que Harrison, el cocinero de la embarcación, se encontraba aún con vida. El hombre sobrevivió en esas condiciones hasta que fue rescatado y afirmó que durante la travesía solo bebió una Coca Cola .
“Aquello que pasó es un signo de liberación divina”, aseguró Harrison al canal CBC . “Los profesionales enviados a aquella tragedia marítima solo buscaron los restos de los 12 marineros, pero él consiguió sobrevivir. ¿Cómo lo hizo?
La tragedia
La historia comenzó a las 4.30 de la mañana del 26 de mayo del año 2013, cuando Harrison Okene, el cocinero del barco, se levantó para ir el baño. El barco era un remolcador de tanques de petróleo (el AHT Jascon-4) de la multinacional Chevron y se encontraba navegando en el Océano Atlántico, sobre el delta del Níger.
La embarcación, que tenía una tripulación de 12 personas, se dirigía a través de las peligrosas aguas de la costa de Nigeria. Aparentemente, una ola tremenda rompió la cuerda del remolque y ocurrió el desastre: el barco se dio vuelta.
Okene , estaba en el baño cuando ocurrió el accidente y, acto seguido, la embarcación comenzó a hundirse. La mayoría de los tripulantes estaban encerrados en sus camarotes, una medida de seguridad necesaria contra los piratas que periódicamente saquean y secuestran buques en esa zona. Sin embargo, aquel día la medida de seguridad selló la condena del resto. Murieron todos.
El sobreviviente
Harrison, en la oscuridad de la noche, fue arrastrado violentamente por la corriente desde el cuarto de baño, dejándolo únicamente con sus calzoncillos. El agua, que habia entrado casi en la totalidad del barco, dejó al hombre en la cabina del oficial. Algún tiempo después, el barco se encontró en el fondo del océano y lo que lo salvó fue que el hombre quedó inmerso en una burbuja de aire.
En las 60 horas siguientes al hundimiento, Okene escuchó los sonidos de las criaturas del océano que atravesaban la nave con el resto de la tripulación muerta. Harrison, milagrosamente, sobrevivió gracias a la pequeña burbuja de aire. Con ella pudo permanecer con vida durante 3 dias: desnudo, sin comida, sin agua y sin luz.
El hundimiento del barco era noticia nacional en Nigeria y la búsqueda comenzó al poco tiempo de la tragedia. Fue entonces cuando un grupo de buzos, que solo esperaba hallar cadáveres, se llevó una grata sorpresa. Encontraron a Okene en el momento justo , no le quedó mucho tiempo de oxígeno, estaba a punto de morir congelado.
Sumergido en agua helada, vestido solo con calzoncillos, Okene repetía el último salmo que su esposa le había enviado por mensaje de texto, que algunos llaman la oración de salvación: “Por tu nombre, Señor, dame vida”.
Harrison estaba convencido de que su rescate después de 72 horas bajo el agua y a 30 metros de profundidad era una señal de salvación divina. Los otros 11 marineros a bordo del Jacson habían fallecido.
Los buzos, que trabajaban en un yacimiento petrolero a 120 kilómetros del lugar, ya habían recogido cuatro cadáveres. Cuando una mano apareció en la pantalla monitoreada por Walker en el barco de rescate, que muestra lo que veía el buzo, todos dieron por sentado que era un cadáver más.
“Fue aterrador para todos”, dijo. “Para el tipo atrapado, porque no sabía qué estaba sucediendo. Fue un shock para el buzo que estaba allá abajo buscando cadáveres y nosotros (en la sala de control) saltamos al ver en la pantalla la mano que lo aferraba», contó uno de los buzos a la BBC. Y agregó: “Tuvo una suerte increíble al estar en un bolsón de aire, pero hubiera tenido un tiempo limitado… hasta que no hubiera podido respirar más”.
El buzo que lo rescató usó agua caliente para hacerlo entrar en calor y luego le puso una máscara de oxígeno. Tras extraerlo del bote hundido, lo introdujo en una cámara de descompresión y luego lo llevó a la superficie.
La burbuja y la física
Lo primero que la mayoría pensó y muchos físicos se pusieron a estudiar es el tamaño que debería tener una burbuja de aire para poder sostener una persona. El físico Maxim Umansky, del Lawrence Livermore National Laboratory opinó al respecto: “La bolsa de aire que encontró Okene fue, según su estimación, de sólo 1,2 metros de altura, y los seres humanos inhalan aproximadamente entre 7 mil y 8 mil litros de aire cada 24 horas”.
Según el físico, probablemente la bolsa de aire a presión contenía el suficiente oxígeno como para mantener a Okene vivo durante los casi tres días que estuvo ahí. Aun así, existe un peligro adicional: el dióxido de carbono (CO2), que es letal para los seres humanos en concentraciones muy pequeñas.
Definitivamente, la suerte estuvo del lado de Harrison Okene, el hombre fue capaz de colocarse en el lugar justo. Si su cuerpo hubiera estado expuesto al agua fría del océano, hubiese muerto en cuestión de horas.
Fuente: Clarín